Una historia desconocida
La mayoría de los creyentes están familiarizado con ciertos eventos de la historia israelita y su flujo a lo largo de la narración del Antiguo Testamento. Aun cuando muchos no pudieran ubicar este proceso con mayor precisión dentro de una línea de tiempo, sí existe una buena idea que va desde el Edén por Abraham, Isaac y Jacob hasta José en Egjpto, donde continúa con Moisés y el Éxodo, la caminata por el desierto hasta la conquista de Canaán y Josué. Se reconoce el desorden en el tiempo de los Jueces hasta la implantación de la monarquía con Saúl, su florecimiento bajo David y Salomón y la siguiente división de la nación.
Los reyes malos de Israel reciben su merecido por la llegada de los asirios y 10 tribus se pierden para siempre del registro histórico. Los pocos reyes buenos de Judá pueden demorar la caída del reino del sur, pero cuando prevalecen los malos, también Jerusalén recibe finalmente su castigo. Un gran número de personas es deportado a Babilonia. Allá, sin embargo, saben revivir su fe y prosperan. Una minoría entonces obtiene permiso de regresar a la tierra de su origen donde reconstruyen la ciudad y el Templo. Aquí termina la historia antigua.
En cuanto al Nuevo Testamento, sus autores suelen hablar de «los judíos», como si, con la única excepción de Lucas, no hubieran sido judíos ellos mismos. Saulo de Tarso, el hasta hoy más famoso apóstata del judaísmo, en algún momento se da cuenta que para sus compatriotas actualmente no hay una solución viable: han rechazado al Salvador, así que decide asumir plenamente el rol que le fue asignado por el Señor mismo: ser el apóstol a los gentiles.
A partir de este punto, los evangélicos pierden de vista a los hebreos-israelitas-judíos en desconocimiento de 2000 años llenos de No muestran mucho interés por una historia que no aparece en sus Biblias. De hecho, es aquí donde comienza una de las narrativas más emocionantes y agitadas de la humanidad universal:
La Historia judía, después de Cristo…